miércoles, 18 de noviembre de 2020

Nuestro Paedotherium en una reconocida publicación de divulgación científica platense.

 



Unos meses atrás, les comentábamos la presencia de material paleontológico del Museo de Ciencias Naturales de Miramar en el libro “Hace Tiempo”  del Smithsonian Institute de Estados Unidos.

Ahora les mostramos otro fósil de nuestro museo que aparece en el libro de “Caminando con Gliptodontes y Tigres Dientes de Sable” es una guía didáctica para comprender la evolución de la vida en la Tierra, realizado por los investigadores platenses para acercar las ciencias naturales a las escuelas, bibliotecas y museos.

En este caso, se trata del fósil de Paedotherium, hallado en 1996 por Mariano Magnussen, dentro de una crotovina o madriguera prehistórica, donde gran parte del esqueleto de este animal quedo preservado desde hace algo más de 3 millones de años durante el Plioceno local.

 El Paedotherium fue el representante más pequeño de un grupo muy abundante. Sus dimensiones y aspecto en vida recuerdan a la liebre patagonica o mara (Dolichotis australis). Su cráneo era corto y robusto con una cierta semejanza a los de un roedor e incisivos muy prominentes de crecimiento continuo y cincelados pero cortos, ausencia de caninos, premolares y molares alargados, bilobulados y en número de seis en cada mitad del maxilar y mandibular.

Presenta orbitas grandes señalando posibles hábitos crepusculares o nocturnos, y aparato auditivo muy desarrollado, lo que permite inferir posibles hábitos terrestres y subterráneos. Miembros delanteros digitígrados, mientras los posteriores son mas lagos y plantígrados.

Se alimentaban de vegetales duros y es muy probable que vivieran en madrigueras, las cuales excavaban ellos mismos. Fue una especie muy exitosa que vivió desde el Mioceno hasta el Pleistoceno inferior. Su extinción está asociada a cambios ambientales que afectaron dramáticamente su población. Es una de las especies de notoungulados mejor conocidas en la región pampeana por la abundancia de sus fósiles.

Mas info en https://www.caminando.unlp.edu.ar/


lunes, 16 de noviembre de 2020

Huellas de grandes felinos del Pleistoceno o Edad del Hielo.


En este caso comparamos las icnitas atribuidas a Panthea leo spelaea (León prehistórico), en el Pleistoceno de Alemania (imagen tomada de nuestro amigo Dick Mol) recuperada en Bottrop-Welheim, Alemania. A la derecha, las huellas fósiles de 19 cm diámetro de Felipeda miramarensis (Smilodon), recuperadas en el Pleistoceno de Miramar, únicas en el mundo, y resguardadas en el Museo de Ciencias Naturales de nuestra ciudad.

Más info en http://www.museodemiramar.com.ar/museodemiramar/naturales/felipeda%20miramarensis.htm 

viernes, 13 de noviembre de 2020

Notiomastodon platensis, un proboscídeo sudamericano extinto hallado en Miramar.

 


Elefantes en Miramar!!!, si aunque parezca extraño, hace unos 20 mil años antes del presente, enormes elefantes deambulaban por la región pampeana.

Era un megamamifero que emigro desde el norte en "El gran cambio biótico Americano", encontrando en América del sur un nuevo lugar para expandirse. Fue un Proboscideo (que posee trompa) al igual que el extinto Mamut y el actual elefante. Era herbívoro y llegaron a tener una masa corporal de 3,5 toneladas y unos 4 metros de altura.

Habitaron lugares abiertos y pantanosos, donde sus huesos se iban incorporando al sedimento a medida que morían. Los hallazgos de restos fósiles de antiguos elefantes son algo escasos. Se han protagonizado descubrimientos muy notables, como los realizados por Carlos Ameghino en 1913 y luego Kraglievich y compañía en 1928 en nuestra zona, y más recientemente por parte del personal del Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

La recreación es del paleoartista Miguel Ángel Lugo. En la sala del Gran Intercambio Biótico Americano, del Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

Más info en http://www.museodemiramar.com.ar/museodemiramar/naturales/paleontologia%202.htm 


miércoles, 11 de noviembre de 2020

Nos visitó un extraño lagarto con forma de serpiente.

 



En el medio día de ayer, Martes 10 de Noviembre,  nos visitó en la rampa de ingreso al Museo de Ciencias Naturales de Miramar, un extraño lagarto con forma de serpiente, el cual liberamos minutos después en una zona segura (para el lagarto) luego de algunas fotografías de registro.  Es una especie muy común en nuestra zona, inofensiva, de la cual, hay registros paleontológicos en la región.

El lagarto o  falsa viborita de cristal (Ophiodes vertebralis) es una especie de lagarto, con un curioso ejemplo de convergencia adaptativa con las serpientes, pero sin serlo, y que posee el vestigio de pequeñas patas traseras. Este saurio ápodo habita en el centro-este del Cono Sur de América del Sur, y normalmente se lo confunde con una serpiente.

son una familia de reptiles lacertilios caracterizados por la atrofia de las patas, a pesar de que no están directamente emparentados con las serpientes ni las anfisbenas.

Ophiodes vertebralis se distribuye en el estado de Río Grande del Sur en el sur de Brasil, Uruguay y el centro de la Argentina, desde Santiago del Estero hasta el sur de la provincia de Buenos Aires.

No obstante, al no poseer patas, logran desplazarse rápidamente entre la vegetación herbácea donde viven: pastizales abiertos, mayormente próximos a ambientes acuáticos, en lomas asoleadas cubiertas de pasto corto, médanos fijados con pastizales ralos, en sierras, en biotopos rocosos, entre o bajo piedras o troncos apoyadas en tierra.

Es un saurio diurno y de dieta insectívora, alimentándose de insectos y arañas. Es predado por el zorro gris, lechucitas de las vizcacheras, caranchos, chimangos, etc. No es peligroso para el hombre, aunque si es capturado intenta morder los dedos para liberarse.

Ophiodes vertebralis es un lagarto pequeño, con un cuerpo fusiforme de 20 a 35 centímetros. Este saurio no cuenta con patas delanteras, mientras que las traseras están reducidas a aletas. Si bien esta especie por su apariencia externa suele ser confundida con un ofidio, se diferencia de estos últimos porque tiene la capacidad de desprender la cola.


Ingreso a la sala del Gran intercambio Biótico Americano.


 Ingreso a la sala del Gran intercambio Biótico Americano.

Más info en http://www.museodemiramar.com.ar/museodemiramar/naturales/paleontologia%202.htm  

sábado, 7 de noviembre de 2020

El hombre fósil de Miramar: la alucinante teoría de Florentino Ameghino sobre el origen pampeano de la humanidad.

 





En 1898, las ideas más disruptivas del argentino Florentino Ameghino, naturalista autodidacta, teórico de las eras geológicas y estudioso de los huesos fósiles, desataron acalorados debates científicos en ambos lados del Océano Atlántico Fuente: Archivo - Crédito: Heinrich Harder

Facundo Di Genova Diario La Nación.

5 de noviembre de 2020  

Es el año 1898. Mientras Julio Argentino Roca se prepara para asumir su segunda presidencia, un inmigrante genovés naturalizado argentino al que todos conocen como "el gringo de los huesos" le muestra al mundo las pruebas que confirman su revolucionaria teoría sobre el origen de la humanidad.

El ser humano prehistórico no se habría originado en la Europa de los Neandertales, sino en Sudamérica y en la Argentina, puntualmente en la región pampeana de Buenos Aires, y la prueba más contundente de este postulado es "El hombre fósil de Miramar", hallado en 1888 por el recolector de huesos Andrés Canesa en el arroyo La Tigra de Mar del Sud.

El autor de la alucinante teoría sobre el "origen pampeano de la humanidad" es Florentino Ameghino; un naturalista autodidacta, teórico de las eras geológicas y estudioso de los huesos fósiles, cuyas ideas más disruptivas desatan acalorados debates científicos en ambos lados del Océano Atlántico.

Así termina el iluminado siglo XIX en Occidente: con una efervescencia científica pocas veces vista en todas las disciplinas del conocimiento y con las principales mentes de Europa y Norteamérica mirando hacia el sur, preguntándose cómo puede ser que el origen de la humanidad estuviera en nuestro continente.

Ameghino y la antigüedad del hombre en el Plata

No era la primera vez que Ameghino sacudía al mundo científico con sus ingeniosas hipótesis, en un contexto donde los exploradores más atrevidos recorrían el mundo en busca de huesos que probaran el antecedente más antiguo de nuestra especie.

El genovés criado en Luján junto a cuatro hermanos había viajado a París en 1878, con el poco dinero que pudo recolectar vendiendo sus colecciones de fósiles, para presentarse en el Congreso Internacional de Americanistas, vincularse con la vanguardia científica de la época y promover sus principales argumentos acerca del origen de la humanidad.

La apuesta dio sus frutos. Ameghino contrajo matrimonio con la joven francesa Leontine Poirier -en adelante su principal colaboradora literaria-, vivió dos años en Francia y publicó, en 1880, su libro capital: El origen del hombre en el Plata.

Allí afirmó que el hombre y los mamíferos se habían originado en América, puntualmente en la pampa argentina, yendo todavía más allá de las teorías evolucionistas de Charles Darwin, de cuya obra se hizo eco en estas latitudes.

Pero, cuando regresó al país, Ameghino no solo no fue recibido con honores, sino que fue declarado cesante de su cargo en el Museo de La Plata. Lejos de deprimirse, aceleró la publicación de su obra en castellano (1881) y abrió una librería en la capital bonaerense llamada El Glyptodon, con Leontine como principal impulsora.

Ese mismo año, Ameghino divulgó también otra de sus grandes hipótesis: la coexistencia del humano prehistórico americano con los megamamíferos, también conocidos como megafauna, entre los que se cuentan el gliptodonte y el megaterio.

Esta idea fue rechazada de plano por las principales figuras paleontológicas de la época sin saber que, pocas décadas después, serían rotundamente confirmadas.

Ales Hrdlicka: su gran detractor

El principal detractor de las ideas de Ameghino fue un checo nacionalizado estadounidense, miembro del Instituto Smithsoniano y fundador del American Journal of Physical Anthropology, Ales Hrdlicka, quien promovía una teoría sobre la población continental que chocaba de frente con la teoría ameghiniana.

América no es la cuna de la humanidad, sostenía Hrdlicka: solo había recibido las migraciones de poblaciones asiáticas a través del Puente de Beringia o el corredor terrestre que se formó entre Siberia y Alaska luego de la última glaciación, conocida como Era del Hielo.

Según el checo, esto había sucedido hace unos 12 mil años, por lo que el hombre sudamericano jamás hubiera podido coexistir con la megafauna, como se denomina a los mamíferos gigantes.

Sin embargo, el padre de la paleontología argentina sostenía que el "Hombre fósil de Miramar" provenía del "pampeano inferior", es decir, que tenía más de 2 millones de años, lo suficiente como para ser considerado el "origen" de la humanidad y echar por tierra al esquema de Hrdlicka.

"Cuando la teoría de Ameghino fue puesta en duda, también se puso en cuestión que el hombre sudamericano hubiera coexistido con la megafauna; ellos postulaban, al contrario que Ameghino, que el hombre americano había llegado después de la extinción de los grandes mamíferos. Hallazgos en décadas posteriores, muchos de ellos realizados en la provincia de Buenos Aires y en la Patagonia, demostraron que el hombre sudamericano convivió con megaterios, gliptodontes, hippidiones [el caballo original americano] y también con la llama gigante", destaca a LA NACIÓN Mariano Magnussen, del laboratorio paleontológico del Museo de Ciencias Naturales de Miramar y Fundación Azara.

"Florentino publicó en 1884 el descubrimiento de fósiles de Homunculus patagonicus, que es la única especie del género monotípico extinto de primate platirrino (un pequeño mono) y que vivió en la Patagonia argentina cuando era una selva tropical en el Mioceno, hace unos 17 millones de años antes del presente. Ese hallazgo de monos tan antiguos, y el hallazgo de restos humanos del Plioceno de Miramar y otros puntos de la costa bonaerense, cerraban la teoría del origen pampeano de la humanidad", agrega Magnussen.

Del Homo pampeanus al Phorusrhacos longissimus

"Cambiaré de opinión tantas veces y tan a menudo como adquiera conocimientos nuevos, y el día que perciba que mi cerebro ha dejado de ser apto para esos cambios, dejaré de trabajar. Compadezco de todo corazón a todos los que después de haber adquirido y expresado una opinión, no pueden abandonarla nunca más", escribió Florentino Ameghino, poco antes de morir, el domingo 6 de agosto de 1911 a las 8.20 de la mañana en la ciudad de La Plata. Tenía 57 años.

La diabetes del naturalista había empeorado después del golpe emocional que significó la muerte de su compañera Leontine y ya no volvió a recuperarse. Su hermano Carlos Ameghino, el menor de la familia y principal recolector de fósiles en el territorio, continuó su legado y la defensa de sus principales ideas y descubrimientos.

Entre ellos, el hallazgo y descripción pormenorizada, a partir del fósil de una mandíbula, de un enorme pajarraco prehistórico patagónico de Santa Cruz, el Phorusrhacos longissimus (1887).

Esta ave carnívora no voladora que midió hasta tres metros de altura se cuenta entre los principales depredadores de América del Sur, vivió entre 2 y 60 millones de años atrás (era Cenozoica) y también es conocida como "ave del terror" o "pájaro terrorista".

Sospechas de fraude, entre Lorenzo Parodi y Charles Dawson

Con la muerte del sabio, sus críticos promovieron una canibalización de sus ideas. Sobre todo, porque algunos de los hallazgos analizados "no se encontraban en su contexto original o incluso algunos quedaron bajo una fuerte sospecha de fraude científico por parte de sus colectores", cuentan en el Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

Finalmente, se supo que el cráneo de La Tigra que Florentino Ameghino asignó a la especie Homo pampaeus correspondía a nuestra misma especie, Horno sapiens.

Si bien resultó ser más moderno que lo supuesto, fechados recientes indican que tiene una antigüedad superior a los 7000 años", destacan los naturalistas miramarenses.

Sin embargo, no fue este hecho lo que puso en cuestión toda su obra, honesta desde lo intelectual, sino el trabajo de campo de otro inmigrante genovés radicado en Necochea, Lorenzo Parodi.

Con Florentino ya muerto, y mientras la Argentina del Primer Centenario se erigía como una potencia pujante con élites dirigentes que promovían las ideas del progreso científico, las autoridades de la Universidad de La Plata impulsan una expedición en 1912 en busca de restos fósiles en las localidades de Miramar, Monte Hermoso y Valcheta para verificar la ideas del "Hombre fósil de Miramar", en un contexto mundial donde los intelectuales de todo el mundo buscaban nuevas explicaciones acerca del origen de la humanidad.

or invitación de Carlos Ameghino, "una comisión científica viajó a Miramar para inspeccionar los sitios donde Parodi había hecho sus descubrimientos, en la cual participaron los principales investigadores de la época", cuentan Eduardo Tonni, Ricardo Pasquali y Mariano Bond en Ciencia y Fraude: el hombre fósil de Miramar (Ciencia Hoy, 2001).

El descubrimiento más extraordinario fue realizado por el mismo Lorenzo Parodi y fue conocido como "el fémur de toxodon flechado", lo que confirmaba tempranamente la hipótesis ameghiniana de que el humano americano había coexistido con la megafauna.

En este contexto, Carlos Ameghino planteó sus dudas en la revista Physis (1918) y "expresó que Parodi fue el único que descubrió los yacimientos", caracterizaron los investigadores.

Al hueso del toxodon le habían incrustado maliciosamente un instrumento lítico humano que servía de raspador a la vez que cortador, en una especie de acto desesperado para forzar la comprobación de la hipótesis.

"Lo que no sabemos es quién fue el autor del fraude. ¿Fue Parodi el responsable? ¿Fue víctima de una broma, como era común, por otra parte, en el medio rural en la época? Quizás nunca lo sabremos", refieren los académicos.

Otro fraude, todavía más escandaloso, ocurría al mismo tiempo en Inglaterra.

En 1912, el anticuario Charles Dawson había desenterrado en las afueras de Piltdown Common, en el sur inglés, los restos de un cráneo humano cuyo aspecto era muy primitivo.

El hallazgo se publicó en la revista científica Geological Society de Londres firmado por el paleontólogo Arthur Smith Woodward con el nombre Neoantrhopus dawsoni, el humano más antiguo jamás hallado o el eslabón perdido del ser humano.

El descubrimiento competía con la hipótesis de Ameghino, pero sobre todo con el hallazgo de 1856 cerca de Düsseldorf (Alemania) en el valle alemán de Neander, conocido como Neandertal.

El Neoantrhopus dawsoni u "Hombre de Piltdown" fue un fraude rotundo que se sostuvo durante más de cuarenta años, cuando en 1953 se descubrió que el cráneo correspondía en realidad a un ser humano moderno de no más de 50 mil años de antigüedad, y que además le habían insertado un trozo de mandíbula de un orangután para que pareciera todavía más antiguo.

Ameghino, el precursor de la prehistoria americana

Más temprano que tarde, se supo que la obra de Ameghino fue totalmente ajena a este tipo de adulteraciones científicas. "Más allá de las grandes correcciones de las teorías ameghinianas, es indudable la enorme contribución al conocimiento científico sudamericano, con más de 6 mil nuevas especies descriptas y una obra que supera las 30 mil páginas", considera Magnussen.

Especialistas en Ciencias Naturales de todo el mundo reconocen sus ingeniosas teorías como vigentes e ineludibles, aun cuando el "Hombre fósil de Miramar" y el cráneo hallado en el arroyo La Tigra no hayan sido ni tan originales ni tan antiguos como él pensaba.

Ver nota completa en https://www.lanacion.com.ar/ciencia/el-hombre-fosil-miramar-alucinante-teoria-florentino-nid2501149?fbclid=IwAR28Iiqeez58NQ4U_J4-6HP0g-ulXXAI2LdKOHZg63le7MekqVcyftVP3vQ

  

 


viernes, 6 de noviembre de 2020

Preparación de material paleontológico en el Museo.

 



Seguimos trabajando en varias áreas del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, sobre todo en el Laboratorio Paleontológico, con la preparación de material que se encuentra en espera de ser procesado. En este caso, parte de la columna y costillas de un perezoso gigante, posiblemente Scelidotherium leptocephalum, recuperado por Daniel Boh  tiempo atrás en sedimentos próximos al muelle de pesca, y que normalmente están tapados por arena. Además seguimos con el mantenimiento y catalogación de la colección científica de la institución.

Más info en http://www.museodemiramar.com.ar/museodemiramar/naturales/paleontologia.htm


lunes, 2 de noviembre de 2020

El Gran Intercambio Biótico Americano. Cuando se unieron las Américas y la fauna emigró.

 

El gran intercambio biótico americano fue el suceso que acaeció durante los últimos 3 millones de años, cuando se restableciera la unión de Sudamérica con el resto del continente. Este evento geológico posibilito que la fauna de América del sur desplazara hacia el hemisferio norte, y la de este, hacia hemisferio sur. Así fue que hacia el norte se movilizaron los grandes Gliptodontes, Megaterios, Toxodontes etc. en tanto que los emigrantes del norte llegaron a nuestras tierras fueron los Cervidos, Mastodontes, Hippidion y carnívoros como osos y tigres dientes de sable. El impacto de este fluido intercambio trajo aparejadas consecuencia dramáticas, como la competencia por los nichos ecológicos, la falta de readaptación, enfermedades etc, logrando la disminución de especies autóctonas, algunas llevadas a la extinción. Ilustración Daniel Boh.

Aniversario del deceso de Alfred Lothar Wegener, quien desarrollo la teoría de placas tectónicas y deriva continental.


Nació en Berlín, el 1 de noviembre de 1880 y murió en Groenlandia, el 2 de noviembre de 1930, fue un meteorólogo y geofísico alemán, uno de los grandes padres de la geología moderna al proponer la teoría de la deriva continental. Se doctoró en Astronomía por la Universidad de Berlín, pero centró su campo de estudio en la geofísica, la meteorología y la geología. En 1906 hizo su primera expedición a Groenlandia, con el objetivo de estudiar la circulación del aire en las zonas polares. Realizó nuevas expediciones entre 1912 y 1913, pero abandonó su actividad científica cuando fue reclutado por el ejército alemán en 1914 para combatir en la Primera Guerra Mundial. Su contribución bélica duró poco tiempo, ya que fue herido en combate. En 1924 aceptó la cátedra de Meteorología de la Universidad de Graz, Austria.

Wegener participó en la expedición dirigida por el danés Ludvig Mylius-Erichsen, que tenía como objetivo explorar la última parte desconocida de la costa noreste de Groenlandia. Wegener construyó la primera estación meteorológica en Groenlandia, Danmarkshavn.

Después de su regreso en 1908 y hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial fue Wegener profesor de meteorología, astronomía y física cósmica práctica en Marburgo. Entre 1909/10, trabajó en su libro Termodinámica de la atmósfera. Estos años son algunos de los períodos más creativos de Wegener. El 6 de noviembre de 1912, empezó a exponer públicamente sus primeros pensamientos sobre la deriva continental. Durante este tiempo conoció a Else Köppen, que en 1913 se convirtió en su esposa. Antes de la boda tomó parte en una segunda expedición a Groenlandia. Después de una escala en Islandia, la expedición se dirigió otra vez a Danmarkshavn.

Después de su regreso, se casó con Else Köppen, que era la hija del exprofesor de Wegener y mentor, el meteorólogo Wladimir Köppen. La joven pareja se trasladó a Marburgo, donde Wegener retomó su cátedra.

Wegener luchó en la Primera Guerra Mundial como un oficial de la reserva de infantería, donde fue calificado como no apto para luchar en el frente y se le asignó al servicio de meteorología del ejército. El trabajo requería viajar constantemente entre las diferentes estaciones meteorológicas en Alemania, los Balcanes, en el frente occidental y los Estados bálticos.

Wegener desarrolló en 1915 la primera versión de la obra maestra El origen de los continentes y océanos. Al final de la guerra, Wegener publicó alrededor de 20 trabajos meteorológicos y geofísicos. En 1917, estudió científicamente el meteorito de Treysa.

Entre 1919 y 1923 Wegener trabajó en su libro Los climas en el pasado geológico, en el que trataba de sistematizar la nueva ciencia de la paleoclimatología en relación con su teoría de la deriva continental, que publicará junto con su padre.

En 1922 aparece la tercera edición, completamente revisada de su obra sobre el origen de los continentes y los océanos. Durante este tiempo, aumentó también la difusión de su teoría de la deriva, en un principio sólo en lengua alemana y a continuación, a nivel internacional.

En 1929 Wegener realizó su tercer viaje a Groenlandia, donde murió el 2 de noviembre de 1930, a la edad de 50 años, durante una expedición tratando de obtener comid.

Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/megafauna/divulgacion_pioneros.htm