Aunque parezca
increíble, recorriendo las calles de nuestra ciudad, se pueden encontrar fósiles
de animales contemporáneos a los dinosaurios. La fachada del edificio de la
Mutual Cultural Círculo Italiano “Joven Italia”, es un claro ejemplo de ello.
La misma está revestida con lajas, que naturalmente, se formaron en un fondo
marino del Jurásico tardío, es decir, de unos 199 a 145 millones de años antes
del presente. En estos antiguos sedimentos, que proceden de la localidad
neuquina de Zapala, han quedado preservado en ellos, moldes de caparazones de
cefalópodos marinos, llamados anmonites, cuyo tamaño varían desde unos pocos
centímetros hasta los 2 metros de envergadura. Aquí, les mostramos, algunos
ejemplares de tamaño chico (entre 10 y 15 centímetros) registrados en una misma
fachada de una institución. En otros casos, hemos registrado pequeños restos
óseos, también de animales marinos. Mas info enwww.museodemiramar.com.ar(Entrar a la Web y seleccionar >>> Notas de divulgación - Un recorrido paleontológico en busca de fósiles urbanos) o directamente
en http://www.museodemiramar.com.ar/museodemiramar/naturales/naturales10.htm
Días atrás, personal del Museo de Ciencias Naturales de
Miramar, se acercó a la costa del Bosque del Vivero Dunicola Florentino
Ameghino, para recuperar un ejemplar de Tortuga Cabezona (Caretta caretta), que
apareció muerta.
La falsa tortuga carey o tortuga cabezona, tiene una
mandíbula superior ganchuda, que recuerda el pico de un halcón, y dos pares de
grandes escudos en la parte superior de la cabeza, entre los ojos. El caparazón
de tortuga es de color negro o castaño oscuro muy salpicado de amarillo.
Estos reptiles alcanzan una longitud máxima de 1 metro y se
alimentan de peces, moluscos, crustáceos y diversas plantas marinas.
Gracias al aviso de varios vecinos, entre ellos, Argentino
“Tino” Montagni y Fernando Palavecino, pudimos recuperar este ejemplar. En
estos momentos se encuentra en procesamiento para ser incorporado a las
colecciones del Museo de Ciencias Naturales de Miramar.
La localidad de Mar del Sud, distante 15 km al sur de Miramar,
sigue brindando su riqueza paleontológica a la ciencia. Estos hallazgos son
gracias a las personas que además de visitar nuestras playas sienten curiosidad
y se preocupan en comunicarse con el museo local si ven algo que les llama la
atención.
Luego de un paseo por los acantilados en el paraje de “El
Remanso” y gracias a que el pequeño Lorenzo de 5 años observó algo raro en el
acantilado, su madre Belén Rojas dio aviso al Museo Municipal de Ciencias
Naturales de Miramar sobre la presencia de un posible resto prehistórico.
Inmediatamente junto al grupo de voluntarios que colabora en
la extracción de fósiles, y a su vez son estudiantes avanzados de la
Tecnicatura en Paleontología que se dicta en la misma ciudad, se pusieron a
extraer el espécimen, el cual resultó ser parte de la pelvis de un
“Notiomastodon platensis”, un pariente antiguo de los elefantes y mamuts, ya
extinguido y de unos 400.000 años de antigüedad, según los sedimentos de donde
fue extraído.
Curiosamente a 50 metros al norte del primer hallazgo y
gracias al buen ojo y aviso de Cecilia Méndez, Romi Méndez y la pequeña Paloma,
se pudo extraer, aunque con dificultad debido a su frágil estado de
conservación, una media mandíbula de otro Notiomastodon.
Los fósiles recientemente extraídos ya se encuentran en el
laboratorio del Museo para su limpieza y restauración, en un trabajo que
llevará bastante tiempo debido a su fragilidad. En la mayoría de las ocasiones
la tarea es difícil ya que los restos antiguos son bastante delicados y se
encuentran en diverso grado de conservación, dependiendo del sitio en donde
quedaron sepultados.
Durante todo el mes de enero y comienzo de febrero los
voluntarios realizaron diversas actividades en la Estación Científica que
funciona como anexo del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, y fue creada en
el 2022 por el Municipio de General Alvarado y la Fundación Azara, con el apoyo
del Consejo Escolar.
Los voluntarios mantuvieron abierto al público el centro de
visitantes, recibiendo a turistas y vecinos de la región que se acercaron a
conocer más sobre la Reserva Natural Centinela del Mar, creada en el 2023.
Estas actividades de concientización y difusión son muy importantes para
consolidar la conservación del área natural y colaborar con la tarea que vienen
realizando los guardaparques de la provincia de Buenos Aires, que son los
encargados de gestionar el área protegida.
Se dio continuidad a las tareas de recolección y
clasificación de residuos en playa. A partir de la información obtenida se
realizará un informe sobre el tipo (clasificación) y cantidad de basura
recolectada.
También participaron en la extracción de especies de flora
exótica que se encuentran en los alrededores de la Estación Científica. Estas
plantas fueron remplazadas por ejemplares nativos donados Luis Delvenne,
naturalista adscripto de la Fundación Azara, quien posee amplia experiencia en
el cultivo de especies nativas y tiene un vivero en la localidad de El
Marquesado, partido de general Pueyrredón. Nuestro agradecimiento a Luis no
solo por la donación de las plantas sino también por participar de la
plantación y brindar una charla a los voluntarios.
Desde la Fundación Azara y a través de estas acciones con
presencia en el territorio, apoyamos y colaboramos en la implementación de las
áreas naturales protegidas en la provincia de Buenos Aires, las que consolidan
la conservación del patrimonio natural y cultural de todos los argentinos.
Recientemente el
personal y voluntarios del Museo de Ciencias Naturales de Miramar lograron
recuperar los restos fósiles de un gran perezoso denominado Scelidoterio, en la
localidad balnearia de Mar del Sud.
El aviso fue dado
por Delfi Rudecindo, vecina del lugar, por lo que desde el museo se formó el
equipo de voluntarios, los cuales son estudiantes avanzados de la Tecnicatura
en Paleontología que se dicta en la ciudad de Miramar. El sitio tiene la
particularidad de haber sido un antiguo curso de agua que se fue rellenando
durante milenios por sedimento. Se sabe que los Scelidoterios realizaban
grandes cuevas, por lo que seguramente este animal hizo su madriguera en este
terreno blando que luego fue rellenado por el barro de alguna inundación, con
una antigüedad probable de unos 100.000 años.
Los restos fueron
trasladados al museo en donde el equipo técnico se dedicará a su limpieza y
preservación, tarea que puede ser observada por el público visitante. Por
otra parte, también destacamos el aviso que nos dio la Socióloga Mónica
Aragonés, uruguaya, miembro de la comunidad Charrúa, sobre la presencia de más
restos fósiles en cercanías del primero. Se trataba de partes de un
Neosclerocalyptus, la especie más pequeña de los Gliptodontes, armadillos de
gran tamaño, típicos de la megafauna fósil bonaerense. En este caso de mayor
antigüedad, unos 400.000 años. Mar del Sud también tiene una historia de más de
100 años vinculada a los hallazgos de restos paleontológicos y arqueológicos.
Agradecemos el
interés de público que se acercó para informarse sobre qué se estaba haciendo,
a los vecinos del lugar que ofrecieron ayuda y al entusiasmo y aliento del
artista Boy Olmi, vecino también del sitio con los fósiles.
No importa el credo, o el motivo de festejar que cada uno tenga en esta fecha. Solo quiero desearles a todos y a cada uno de ustedes, una Feliz Nochebuena y Feliz Navidad. Que sea un momento reflexión, para juntarnos con las personas que queremos y proyectarnos positivamente al nuevo año que se aproxima. Un abrazo cordial. Mis mayores deseos para todos ustedes.
Casi todos
conocemos al famoso tigre dientes de sable (Smilodon). Pero mucho antes de la
presencia de este gran depredador en Sudamérica, durante el Plioceno, existió
un “marsupial dientes de sable”, producto de la convergencia adaptativa de
estos mamíferos que evolucionaron aislados geográficamente, como en el
tiempo.
Del 22 al 24 de noviembre último,
se presentó preliminarmente un estudio en la “Reunión de Comunicaciones de la Asociación
Paleontológica Argentina” en General Roca, nuevos restos fósiles desconocidos
del esqueleto de un Thylacosmilidae. Esta familia, se conoce muy poco de su
esqueleto. Los fósiles novedosos de este grupo de extintos depredadores sudamericanos
fueron encontrados en mayo de 2014 y recuperados en febrero de 2016 en Miramar
(prov Bs As), están en estudio y serán dados a conocer en breve.
El material
corresponde a la colección paleontológica del Museo de Ciencias Naturales de
Miramar. En el estudio participaron Eric del Campo, Nicolás Chimento, Federico
Agnolin, Daniel Boh, Mariano Magnussen y Francisco de Cianni, que representan a
distintas instituciones, como la Fundación Azara, Conicet, Laboratorio de Anatomía
Compara y Evolución de los Vertebrados, Museo Argentino de Ciencias Naturales
de Buenos Aires y Museo de Ciencias Naturales de Miramar. Los fósiles en
estudio, indicarían ser uno de los últimos Sparassodontes conocidos.
Los
thylacosmilidae, llevaban unos largos y afilados colmillos proyectados hacia
abajo y adentro de unos 15 centímetros y su tamaño corporal era como la de un
puma viviente. A diferencia del "Smilodon", el Thylacosmilus no tenía
incisivos y tenía una vaina protectora para los caninos, los cuales crecían
permanentemente como los dientes de un roedor.
Es muy posible que sus víctimas
fueran los grandes mamíferos notoungulados, los cuales mataban con una simple
mordida en el cuello. Sus caninos habrán infligido a sus presas heridas profundas,
logrando que el enorme animal muera desangrado segundos después del terrible
ataque. En Sudamérica se han hallado muy pocos restos. Se conocen restos
procedentes de Entre Ríos, Córdoba y Catamarca, como así también, el cráneo más
completo, procede del Plioceno de la localidad bonaerense de Chapadmalal, y
restos de un interesante esqueleto del Plioceno de Miramar.
Su extinción
está asociada a los importantes cambios ambientales que sucedieron al final del
Plioceno y a la ausencia de las grandes presas que este asechaba. Thylacosmilus atrox, tuvo una masa
corporal entre 90-140 kilogramos. Genero Relacionado: Thylacosmilus lensis
y Achlysictis lelongi.
Reconstrucciones
artísticas. Extracción de restos de Thylacosmilidae en Miramar. Esqueleto
recreado educativamente partir de restos conocidos de Thylacosmilus en el Museo
de Miramar.
En el
ultimo día de noviembre, en la costa de la Reserva Natural Provincial de
Centinela del Mar, encontramos muerto un Tiburón Toro o Escalandrun (Carcharias
taurus). Mientras realizábamos trabajos de mantenimiento en la Estación
Científica “Eduardo Tonni”, salimos a realizar un relevamiento en la zona,
junto Marina Homberg, Hernán Ibáñez, Alejandro Galvano (Fundación Azara) y
Mariano Magnussen (Fundación Azara, Lacev y Museo de Ciencias Naturales de
Miramar), y nos encontramos con varios especimenes de interés, entre ellos,
este Tiburón de 2,2 metros de largo.
Carcharias taurus es un tiburón grande (al
menos hasta 320 cm) que habita en aguas costeras de hasta unos 200 m de
profundidad, pero generalmente se lo encuentra a profundidades de 15 y 25 m y
asociado al fondo.
Los
recién nacidos y los juveniles pequeños por lo general viven en ambientes poco
profundos en aguas del sur de Brasil y Uruguay, mientras que los ejemplares
adultos migran entre las aguas del sur de Brasil-Uruguay y las aguas
argentinas.
Las
poblaciones de C. taurus de los diferentes mares no se mezclan lo que limita el
intercambio genético y la posibilidad que individuos de otras regiones puedan
repoblar áreas agotadas.
La
alimentación de C. taurus en esta región se basa en peces (55,4% del número
total de presas) y condrictios (41,84%), consumiendo mayor proporción de
condrictios que viven en el fondo (rayas, chuchos y tiburones ángel) a medida
que el individuo adquiere mayor tamaño. Por su forma de alimentarse y su
dentición, suele consumir sus presas enteras lo cual tiene como consecuencia
que cuando el alimento es carnada, los anzuelos terminan alojándose en los
órganos internos en más del 80% de las veces.
Un extraordinario hallazgo paleontológico, fue
realizado por un niño de 8 años. La advertencia del hallazgo fue realizada por
los padres. Personal del Museo de Ciencias Naturales fue quien procedió al
rescate de los fósiles de unos 100 mil años antes del presente.
Miramar, una de
las ciudades balnearias predilectas en Argentina, resguarda bajo la superficie,
tesoros milenarios de un mundo ya desaparecido, siendo una de las localidades
paleontológicas más transcendentales a nivel mundial desde fines del siglo XIX,
llamando la atención del sabio Florentino Ameghino.
Días atrás, Bruno
González, un niño miramarense de 8 años de edad, que, junto a sus padres, se
encontraban paseando en las extensas playas del sur de la localidad bonaerense
de Miramar, en las inmediaciones del arroyo La Ballenera, divisa unos huesos
incrustados en el barranco.
Fue así que,
Bárbara Lugones y Álvaro González, padres de Bruno, se ponen en contacto con el
personal del Laboratorio de Paleontología del Museo de Ciencias Naturales de
Miramar, dependiente de la Fundación Azara y de la Municipalidad de General
Alvarado, para dar a conocer el hallazgo y verificar si se trataban de
verdaderos restos fósiles.
De esta manera,
se acercan al sitio junto al personal del museo en la zona del arroyo La
Ballenera, lugar bien conocido por otros hallazgos de relevancia, como la
mandíbula fósil de un vampiro gigante, el Desmodus draculae, que tuvo
transcendencia mundial hace poco tiempo.
En este caso, se
trataba de restos pélvicos y la cola articulada de un perezoso gigante extinto,
llamado Scelidoterio (Scelidotherium leptocephalum), de unos tres metros de
largo y un peso estimado en una tonelada, que vivió en Sudamérica durante el
Pleistoceno, es decir, los últimos dos millones de años antes del presente,
hasta hace 10 mil, momento que culmina la edad de hielo.
Luego de varias
horas de trabajo, se logra la separación del “bochon” de sedimento, protegido
con productos químicos, para ser trasladado a condiciones más adecuadas al
laboratorio paleontológico del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, donde
aún, el Técnico Mariano Magnussen lo prepara cuidadosamente, debido a la
fragilidad de los mismos y por el tiempo que tuvo expuesto a las condiciones ambientales.
Scelidoterio, es
la especie más pequeña de todos los perezosos gigantes que vivieron en la
región pampeana durante el Cuaternario. Pero igualmente era un gigante herbívoro,
armado de enormes garras, las cuales, no solo utilizaban para defenderse o
acceder a su alimento, sino que eran cavadores de enormes cuevas, que las
utilizaban como madrigueras para refugiarse o cuidar su descendencia.
El material, que
conforma la cola de este mamífero ya extinto, sigue en procesamiento técnico
para su preservación. Luego será observado y estudiado por un equipo
interdisciplinario conformado por investigadores de la Fundación de Historia
Natural Félix de Azara, del Laboratorio de Anatomía Comparada y evolución de
los Vertebrados (LACEV) dependiente del Macn- Conicet integrado por el paleontólogo
Dr Federico Agnolin quien dirige los estudios científicos de la zona, y el
mismo personal del museo miramarense.
En particular,
este perezoso gigante vivió hace unos 100 mil años antes del presente, en un
ambiente muy distinto al de hoy, acompañado de enormes bestias, como otros
perezosos un más grandes (Megatherium), el enorme elefante sudamericano
(Notiomastodon), gliptodontes (Doedicurus), tigres dientes de sable (Smilodon)
y el oso de cara corta (Arctotherium), entre otros, argumento Daniel Boh,
coordinador de Museos de Miramar.
Debemos destacar
en esta ocasión, el correcto procedimiento de Bárbara y Álvaro, los padres de
Bruno González, en acompañar y comunicarse con el museo, con el propósito de
que sean extraídos por personal idóneo, para que se preserven en una
institución científica. Los yacimientos paleontológicos y sus fósiles están
protegidos por la ordenanza municipal 248/88, y por la Ley 25.743 que regulan
estas actividades. Ante cualquier hallazgo en el Partido de General Alvarado,
comunicarse con el museo. www.museodemiramar.com.ar