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miércoles, 5 de agosto de 2020

Sala IV. Paleontología. Perezosos Gigantes, Gliptodontes y Dasipodidos. Sala homenaje al Dr Rosendo Pascual.


Los armadillos, osos hormigueros y perezosos actuales pertenecen al grupo de los xenartros. La palabra xenartro, que significa articulación extraña, hace referencia a una articulación suplementaria que existe entre las vértebras de estos mamíferos. A su vez el nombre de edentados, como se denomina también a este grupo, tiene su origen en la reducción del número de dientes, que llega a ser total en el oso hormiguero. También se caracterizan por la falta de esmalte en sus dientes, con excepción de algunas formas primitivas. Los xenartros pilosos o tardígrados se caracterizan por poseer el cuerpo cubierto de un espeso pelo, sin una armadura como en los cingulados, aunque en algunas formas fósiles había un escudo óseo entre la piel. Los perezosos vivientes son mamíferos herbívoros de movimientos lentos que habitan en los árboles de los tupidos bosques y selvas de América del Sur y Central. Son muy distintos de sus parientes fósiles pampeanos, que eran de  tamaños colosales y movimientos más ágiles.

Perezosos Gigantes Extintos; En la sala del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, se exhiben algunos de los centenares de restos fósiles de estos gigantes. Los "Pilosa" (Perezosos) en la actualidad se encuentran representados por mamíferos pequeños y medianos, como osos hormigueros y perezosos de tres dedos, que pasan la mayor parte de su tiempo colgados en los árboles, moviéndose en forma muy lenta, debido a su bajo metabolismo, pero en el Pleistoceno habitaron en nuestro territorio formas gigantescas. 

El Megatherium americanum, sin ninguna dudas fue el mamífero terrestre prehistórico mas grande de la región pampeana y en el Pleistoceno sudamericano. Superaba los 4,5 metros de altura cuando se paraba sobre sus patas traseras y con su larga y robusta cola  formando una especie de "trípode" permitiéndole llegar de esta forma a las hojas de los árboles y tener un mejor panorama de todo su alrededor. El peso estimado de esta especie es de 5 toneladas, algo así como dos elefantes. Su cuerpo estaba recubierto por una fuerte pelambre. Sus patas delanteras eran largas y fuertes, acompañadas por cuatro garras, lo que le permitía acceder de mejor manera a los vegetales que formaban parte de su dieta. En la sala del Museo de Miramar se pueden observar un cráneo muy completo y un voluminoso fémur, mientras en las colecciones se resguardan numerosos restos.

El Lestodon arnatus, es el segundo perezoso de mayor tamaño. Aunque recientes restos fósiles hallados cerca del muelle de pescadores e nuestra ciudad, demuestra la existencia de grandes individuos, con talla similar o tal vez superior al anterior. El Lestodonte, al igual que sus parientes era un herbívoro, el cual recogía su comida a orillas de los pantanos o cauces fluviales. Medían aproximadamente unos 4 metros de longitud. Su cráneo tenia una región rostral muy ensanchada. Los huesos de sus miembros eran grandes y gruesos. Su dentición era simple, pero resaltan hacia afuera de la boca unos caniformes muy grandes, lo que se convertía en una defensa contra los posibles depredadores. Su masa estimada es de 2,5 toneladas. 

El Catonyx tarijensis, fue otro extraño perezoso gran tamaño y hábitos terrestres, corpulento, con cabeza grande y una cola larga y pesada. Los pies largos y con garras envueltas hacia adentro al igual que los otros Pilosa ya descriptos, por lo tanto caminaba apoyando sus nudillos. Es probable que pudiera ponerse en dos patas y mantener el equilibrio con la cola, utilizando sus garras para llevarse el alimento a la boca. Tenia 3.5 metros de largo y 1,7 de alto. Su masa estimada fue de una tonelada y su extinción ocurrió durante el Holoceno medio, hace 8 mil años antes del presente. Su cuerpo estaba cubierto por una espesa y densa pelambre y embebidos en la piel se encontraba un gran numero de huesillos (osteodermos), en forma y tamaño variables, generalmente superiores a un centímetro de diámetro. En nuestro Museo se exhibe un gran cráneo. 

El Scelidotherium leptocephalum, era de  tamaño menor y del grupo de los Xenarthros (perezosos), fueron los mamíferos más comunes del paisaje en el Pleistoceno, ya que sus restos fósiles son muy abundantes en los depósitos sedimentarios de este periodo. Tenía 1,7  metros de alto y 3,5 de largo. Su peso estimado es de una tonelada. El cráneo es alargado, bajo y estrecho, con un rostro proyectado hacia adelante. Su alimentación consistía de vegetales que hallaba en áreas secas. En el año 2002 se halló en Miramar una paleocueva con galerías, dos cámaras y garras marcadas en paredes y techos. Su extensión supera los 26 metros de largo y un diámetro que llegaba al 1,90 metros, y se podía observar su antigua conexión con la superficie. Así mismo, en 2004, personal de este Museo, recuperó en la localidad de Mar del Sud (15 kilómetros de Miramar) el esqueleto de un adulto, abrazando a un juvenil.  La hipótesis, es que se trata de una hembra junto a su cría y que murieron en su madriguera hace más de 100 mil años antes del presente. En este museo se conservan decenas de restos de Celidoterio, mientras que en exhibición se pueden observar un cráneo y manos completas, y el la sala cinco, se expone un esqueleto completo.

Los Gliptodontes: Es tal vez la familia extinguida más popular de todos los mamíferos fósiles, cuyo nombre significa "diente tallado" (alude a la compleja forma de sus dientes). La característica principal de este grupo es su coraza, la cual no poseía bandas móviles como los armadillos actuales, lo que limitaba sus movimientos, formadas por placas óseas circulares e irregulares que embonaban como un mosaico. Patas cortas y robustas. Su origen se remonta al Eoceno, hace 45 millones de años, pero recién al final del Plioceno y durante todo el Pleistoceno tuvieron una gran diversidad, formas y tamaños. Al parecer no se alimentaban de hormigas como sus parientes modernos, sino de pastos y otras plantas duras. Se conocen alrededor de 65 especies de , los cuales presentan tres formas fundamentales, que se explican en la Sala del Museo. 

El Neosclerocalytus ornatus, fue la más pequeña de todas las especies de los Gliptodontes que habitaron en América del Sur. Tenía un caparazón alargado y bajo, con placas fáciles de identificar por el predominio en su diseño de la figura central sobre las periféricas. Su cabeza estaba protegida por un escudete óseo y su cola recubierta por cuatro anillos móviles y un tubo largo y cilíndrico, capaz de ser usado como arma. En las colecciones del Museo de Ciencias Naturales de Miramar resguardamos una amplia variedad de restos, e incluso una especie única.

El Glyptodon cavipes, tenía 3,5 metros de largo y 1,4 de alto. Su cráneo estaba protegido por una coraza cefálica. Su coraza ósea no tenia anillos móviles, cuya características es propia de esta familia de mamíferos desaparecidos. El tamaño de este caparazón es de unos 2,5 metros de largo por 2 metros de ancho, cuyas placas engrosadas entre si varían de 1 a 7 centímetros de diámetro, las cuales son fáciles de identificar por su forma de "flor". Su cola carecía del anquilosamiento de los anillos terminales en forma de tubo descriptos en los otros géneros. Esta se encuentra formada por una serie de anillos móviles de diámetro decreciente, conformada por unos siete anillos con placas de forma relativamente grotesca y en punta. El Museo de Miramar posee tres corazas y numerosos restos de Glyptodon. En la sala de exhibición número Cinco se encuentra un esqueleto de este genero, mientras en la cuatro se exhiben varios restos y una cola completa.

El Doedicurus tuberculatus, fue la especie de mayor tamaño dentro de la familia de los Gliptodontes. Tenía 4,3 metros de largo y 2 metros de alto. La coraza tiene una forma muy particular, presentando una especie de joroba en su parte más alta, con placas más laxamente unidas que en otros parientes de la época. Su cola estaba formada por cuatro anillos, un tuvo cilíndrico de un metro de largo y en su término poseía una masa ósea con púas corneas, convirtiéndose en una técnica de defensa contra los habituales depredadores. Sus extremidades son sorprendentemente robustas y su columna y cadera se encuentran soldadas al caparazón del animal. Se alimentará al igual que otros de sus parientes de pastos cortos y de zonas semi-aridas. Su masa estimada en vida es de 2 toneladas.

Los Dasipodidos o armadillos; es una familia que agrupa a animales cuyos cuerpos se hallan protegidos por una coraza ósea y placas dérmicas, la que se divide en dos partes, una la coraza escapular y la otra la coraza pélvica, separadas por varias bandas móviles que varían en su cantidad según la especie. En la actualidad se encuentran representados por mamíferos de pequeño tamaño como los peludos y las mulitas, o el Tatu Carreta como máximo exponente. Durante la era Cuaternario vivió una mulita gigante llamada Pampatherium typum, cuyo nombre significa "bestia de la pampa". Es probable que su peso fuese de unos 225 kilogramos y superaba los 2,5 metros de longitud.

El Chaetophractus sp fue  un armadillo fósil emparentado con el mismo género viviente (el peludo pampeano). El origen de la presente estirpe es sudamericano, cuyos restos fósiles de sus antecesores corresponden al Eoceno, es decir, hace unos 45 millones de años antes del presente, pero al restablecerse la unión de ambas Américas, este género se desplaza hasta la parte media de Norteamérica. Era un armadillo  acorazado. La armadura de este animal estaba constituida por un mosaico de pequeñas placas óseas que se desarrollan en la capa inferior de la piel o dermis, y están recubiertas de epidermis córnea. Constituye un sistema de protección contra los depredadores; y en este género estaba protegida incluso la cola. Las placas formaban un escudo de una sola pieza sobre los hombros y otro sobre los cuartos traseros. Restos fósiles de este y otros géneros morfológicamente similares son hallados con frecuencia en los afloramientos sedimentarios correspondientes al Plioceno y Pleistoceno de Miramar.

El Eutatus seguini fue tal vez el último de los armadillos gigantes. Su registro fosilífero abarca desde el Pleistoceno inferior (2 millones de años) hasta el Holoceno temprano ( 8 mil años), encontrándose en algunos casos, asociados a restos óseos de otros animales por actividad antropica, es decir, que han presentado manipulación por antiguos grupos humanos. Al igual que los armadillos, posee  un escudete de placas óseas en su cráneo, conocido también como escudete cefálico. Su coraza dorsal es robusta, y poseía unas 33 bandas móviles que cubrían las dos terceras partes del caparazón. En cada mandíbula poseía de 9 a 10 dientes, los cuales utilizaba para comer carne en descomposición, huevos, larvas, caracoles y algunos tallos. Construían grandes galerías subterráneas, con cámaras amplias para proteger sus crías. Su cráneo era alargado. Sus patas eran cortas y robustas, protegidas por unas enormes falanges ungueales o garras, las cuales, eran justamente utilizadas para cavar. En el Museo de Ciencias Naturales de Miramar posee un ejemplar con varios restos de sus esqueletos, y otros ejemplares aislados. 


lunes, 1 de junio de 2020

El montaje del Museo. Los paneles explicativos.





Los paneles explicativos del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, son elogiados por los visitantes, no solo por el diseño gráfico,  los textos breves y concisos, sino por el trabajo artesanal y con relieves de toda la paneleria, cuyas imágenes sobresalen del mismo, que en muy pocos lugares se puede observar. Este excelente trabajo fue realizado por  Alejandro Galvano y Mariana Short, que trabajan para la Fundación Azara. Todos los paneles y gráficos llegaron desarmados. Alejandro y Mariana los prepararon, los armaron y montaron uno por uno en una semana. Otros de los trabajos bien valorados en nuestra institución.


sábado, 9 de noviembre de 2019

Un nuevo Museo de Ciencias Naturales para Miramar.





 


El pasado viernes 20 de septiembre de 2019 se inauguró en horas del medio día, el nuevo Museo de Ciencias Naturales “Punta Hermengo” de Miramar (provincia de Buenos Aires).

Transcurrieron seis meses desde el inicio de las tareas realizadas conjuntamente entre la Municipalidad de General Alvarado y la Fundación Azara para alcanzar este logro.

Miramar y sus alrededores atrajeron la atención de varios de los más destacados naturalistas con que contó nuestro país en siglo XIX y principios del siglo XX, especialmente por sus fósiles. Es así que naturalistas como los hermanos Florentino y Carlos Ameghino, Santiago Roth o más tardíamente Lucas Karaglievich estudiaron la riqueza paleontológica de la zona. Y aún hoy se siguen realizando en la zona importantes descubrimientos paleontológicos.

Como antecedentes de la idea de constituir un museo de ciencias naturales en la localidad se debe mencionar que a comienzos del siglo XX José María Dupuy (1881-1973), hijo del cofundador de Miramar, asumió como Subprefecto para ocuparse de la seguridad marítima y de los bañistas que llegaban por ese entonces a Miramar para pasar el caluroso verano. Y desde entonces -corría el año 1912- destinó su tiempo libre a la recolección de objetos de historia natural que exponía posteriormente en un local del edificio de Subprefectura, ubicado en la antigua rambla (hoy desaparecida). Se trató del “primer museo” para la localidad.

Su amistad con el naturalista viajero Lorenzo Parodi (1857-1932) hizo que se contactara con las más importantes personalidades científicas de su época. El mismo Lorenzo Parodi poseía una “chacra-museo” en la zona.

José María Dupuy dejó su cargo en el año 1930 y se trasladó a Quilmes llevándose su colección particular. Similar suerte corrió la colección de Lorenzo Parodi.

En la década de 1970, un grupo de entusiastas aficionados impulsó la idea de “un museo” para Miramar, que se concretó en el año 1973. Sin embargo luego de un período de conflictos la mayor parte del material reunido se perdió.

Entre los años 1975 y 1976 la Municipalidad de General Alvarado y una Comisión presidida por el Dr. Juan Manuel Duclós Peña y Roxana Sciorilli-Borrelli, solicitaron a las autoridades provinciales unos edificios ubicados en el Vivero Dunícola “Florentino Ameghino” para inaugurar un nuevo museo, lo cual se concretó el 17 de agosto del año 1977. Se lo concibió con dos áreas, una histórica-tradicional y otra de ciencias naturales.

Finalmente el pasado 22 de febrero del año 2019 se concretó la firma de un convenio entre la Municipalidad de General Alvarado y la Fundación Azara que posibilitó la creación de este nuevo Museo de Ciencias Naturales, sobre la base de las colecciones existentes en el área de ciencias naturales del museo fundado en el año 1977. Concretándose así un viejo anhelo -de al menos 25 años- del personal del museo, sus colaboradores y la comunidad. Destacándose la valiosa colaboración y acompañamiento de la Universidad Maimónides, del Consejo Federal de Ciencia y Tecnología, y de la Asociación Amigos del Museo en el proyecto.

En ocasión de la inauguración del museo la Fundación Azara destacó como Miembros Honorarios de la misma a investigadores y naturalistas que han dedicado gran parte de su vida al estudio, la conservación y la difusión del patrimonio natural y cultural de la región. Hizo entrega de los diplomas que certifican tal designación a los investigadores: Dr. Eduardo Tonni y Dr. Mariano Bonomo de la Universidad Nacional de La Plata, y al Dr. Ricardo Bastidas y Carlos Quintana de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

También designó como Naturalistas Adscriptos a la fundación, a Daniel Boh y Mariano Magnussen por sus aportes a la conservación y difusión del patrimonio paleontológico de General Alvarado. Por haber reunido gran parte de las colecciones de este museo; por los importantes descubrimientos realizados en la zona que han llevado a Miramar a estar presente en los principales medios nacionales e internacionales, como el hallazgo en el año 2015 de las primeras huellas fósiles de un tigre dientes de sable conocidas en el mundo.

sábado, 21 de septiembre de 2019

Se inauguró el nuevo Museo de Ciencias Naturales de Miramar.











Quedó inaugurado formalmente el Museo de Ciencias Naturales de la localidad bonaerense de Miramar, por medio de un convenio entre el Municipio de General Alvarado y la Fundación Azara.

Miramar – En horas del mediodía del día viernes, con presencia de autoridades municipales, miembros de la Fundación Azara de historia natural, personal del museo, miembros de la Asociación de Amigos y público en general, quedo inaugurado el flamante Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

La nueva institución, debe su origen al anterior museo, el cual contenía exhibiciones de ciencias naturales e historia local. Pero la necesidad de fundar un nuevo museo que coleccionara, estudiara y exponga las riquezas naturales de la región tiene vieja data. Los hallazgos paleontológicos y biológicos, sumado a la importante presencia en medios de comunicación de todo el mundo, logro que el municipio local y la fundación científica, firmaran  en febrero de este año, un convenio para crear en conjunto esta institución
La idea de abrirlo al público en esta fecha, es por el 131º aniversario de la ciudad. El edificio que fue destinado para este proyecto, incluyó el arreglo y adaptación de techos, paredes, electricidad y pintura entre otros trabajos, para poner en valor  la antigua “Casa de Huéspedes”, situada en el acceso al vivero dunícola “Florentino Ameghino”, un magnífico bosque artificial de unas 502 hectáreas.

Esta enorme casona de la década del “30”, fue adaptada para tal fin. En ella se prepararon ocho salas de exhibiciones, que incluyen grandes esqueletos de megafauna prehistórica, fósiles regionales, historia del “Hombre de Miramar” basado en antiguas hipótesis de los hermanos Ameghino, arqueología local, exhibición marina entre otras. Además de  modernos laboratorios de preparación y estudio, oficinas, depósitos de colecciones entre otros, citaron las fuentes.

El edificio del nuevo Museo de Ciencias Naturales, está rodeado de un magnifico parque, que incluye además criaturas de tamaño natural, como  los extintos gliptodontes o tigres dientes de sable, o criaturas marinas como el calamar gigante o la tortuga laúd, y otros para ir descubriendo en el paseo.

Además de las emotivas palabras del Intendente local German Di Cesare, y del Presidente de la Fundación Azara, Adrián Giacchino, se procedió a un reconocimiento público y merecido a Daniel Boh y Mariano Magnussen, como miembros fundadores del nuevo museo.

El diente de sable que dio origen al Museo.

El fortuito hallazgo de huellas fósiles únicas en el mundo de un gran tigre dientes de sable (posteriormente denominado Felipeda miramarensis, en honor a la ciudad), encontradas cerca del muelle de pescadores por Mariano Magnussen en 2015, fueron recuperados y estudiado en conjunto con Daniel Boh, y científicos de la Fundación Azara, Universidad Maimónides, Museo Argentino de Ciencias Naturales y Conicet, fue el detonante para que autoridades locales pusieran en valor el antiguo chalet abandonado, y se convirtiera en un moderno museo dedicado únicamente a las ciencias naturales.

Más reconocimientos.

La Fundación Azara y la Universidad Maimónides, decidieron en conjunto que las salas llevaron los nombres de distinguidos investigadores y científicos de reconocimiento internacional, que basaron sus estudios y descubrimientos en las inmediaciones de la ciudad de Miramar. Entre ellos, los ya fallecidos Osvaldo Reig y Rosendo Pascual, como así también, al Doctor Eduardo Tonni, que estuvo presente en el acto.

El Nuevo Museo.

Originado de anteriores colecciones, tuvo gran auge en los últimos años por magníficos aportes a la paleontología y a la biología marina. El museo posee una gran cantidad de restos fósiles locales (de los últimos 4 millones de años) y otros colectados en distintas partes del país. Además de una importante cantidad de restos marinos, que van desde pequeñas criaturas a grandes ballenas, restos arqueológicos de antiguos grupos humanos entre otras colecciones, que conforman miles de piezas, de las cuales se tomaron las más pedagógicas para conformar las muestras exhibidas.

Fundación Azara  

Las investigaciones realizadas los últimos 18 años por la Fundación Azara aportaron más de 100 especies nuevas para la ciencia, tanto fósiles como vivientes. En sus colecciones científicas, abiertas a la consulta de investigadores de todo el mundo, se atesoran más de 200.000 objetos de geología, paleontología, botánica, zoología, arqueología y etnografía. Unos 300.000 jóvenes participaron de sus diferentes actividades educativas (talleres, charlas, visitas guiadas, clubes de ciencias) y las exhibiciones itinerantes fueron visitadas por más de 5.000.000 de personas en más de una veintena de países. Además gestiona varias instituciones del país.