En historias curiosas dentro del ámbito de las ciencias
naturales, como esta. Dos décadas después de la extracción de una cola de
gliptodonte, un vecino se acerca a traernos un fragmento que completaba el tubo
caudal de una especie extinta.
En el año 1998, Daniel Boh y Mariano Magnussen (por entonces
encargado del museo y colaborador respectivamente) lograron extraer una cola
completa de un gliptodonte del genero Neosclerocalyptus. Lamentablemente al
tubo caudal le faltaba el extremo.
La pieza de gran valor paleontológico fue exhibida desde
entonces en el anterior museo municipal. Hasta que el año pasado, se acercó el
Sr. Perata, vecino de nuestra ciudad, junto a su esposa y dijo que había colectado un fragmento fósil
en las inmediaciones del Arroyo El Chocori, en la misma zona donde habíamos
recuperado la cola que ahora se expone en el
Museo de Ciencias Naturales de Miramar.
Fue así que Daniel Boh relaciona el fragmento con el
faltante. Abrió la vitrina y las partes coincidían perfectamente. En las fotos
que acompañan el texto, se puede ver el fragmento traído por el Sr Peralta, y
como se veía antes y posteriormente el tubo de la cola.
Neosclerocalytus fue la más pequeña de todas las
especies de los Glyptodontidos que habitaron en América del Sur. Tenía un
caparazón alargado y bajo, con placas fáciles de identificar por el predominio
en su diseño de la figura central sobre las periféricas.
Su cabeza estaba protegida por un escudete óseo y su cola
recubierta por cuatro anillos móviles y un tuvo largo y cilíndrico, capas de
ser usado como arma.
A diferencia de otros Glyptodontidos, este tiene unas
extremidades muy delgadas y cortas. Su alimentación estaba formada por
vegetación baja de la llanura pampeana. Su peso fue de unos 250 a 300
kilogramos y tuvo unos 2 metros de largo.