sábado, 30 de mayo de 2020

Completando 20 años después una cola de gliptodonte.





En historias curiosas dentro del ámbito de las ciencias naturales, como esta. Dos décadas después de la extracción de una cola de gliptodonte, un vecino se acerca a traernos un fragmento que completaba el tubo caudal de una especie extinta.

En el año 1998, Daniel Boh y Mariano Magnussen (por entonces encargado del museo y colaborador respectivamente) lograron extraer una cola completa de un gliptodonte del genero Neosclerocalyptus. Lamentablemente al tubo caudal le faltaba el extremo.

La pieza de gran valor paleontológico fue exhibida desde entonces en el anterior museo municipal. Hasta que el año pasado, se acercó el Sr. Perata, vecino de nuestra ciudad, junto a su esposa y dijo que había colectado un fragmento fósil en las inmediaciones del Arroyo El Chocori, en la misma zona donde habíamos recuperado la cola que ahora se expone en el  Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

Fue así que Daniel Boh relaciona el fragmento con el faltante. Abrió la vitrina y las partes coincidían perfectamente. En las fotos que acompañan el texto, se puede ver el fragmento traído por el Sr Peralta, y como se veía antes y posteriormente el tubo de la cola.

Neosclerocalytus fue la más pequeña de todas las especies de los Glyptodontidos que habitaron en América del Sur. Tenía un caparazón alargado y bajo, con placas fáciles de identificar por el predominio en su diseño de la figura central sobre las periféricas.
Su cabeza estaba protegida por un escudete óseo y su cola recubierta por cuatro anillos móviles y un tuvo largo y cilíndrico, capas de ser usado como arma. 

A diferencia de otros Glyptodontidos, este tiene unas extremidades muy delgadas y cortas. Su alimentación estaba formada por vegetación baja de la llanura pampeana. Su peso fue de unos 250 a 300 kilogramos y tuvo unos 2 metros de largo.