domingo, 7 de noviembre de 2021

Un escarabajo sobreviviendo entre gigantes prehistóricos.


 La región pampeana argentina, es ampliamente conocida en forma mundial por la diversidad en restos fósiles de vertebrados de fines del Plioceno y Pleistoceno, desde grandes criaturas, y otros tan minúsculos como los de un pequeño roedor.

Si bien gran parte de la región pampeana los restos fósiles de grandes bestias como el Megatherium (de 4,4 metros de altura y el peso superior de un elefante moderno) y pequeños vertebrados como Calomys (una pequeña laucha) abundan a lo largo de los sedimentos del litoral marítimo (mamíferos, aves, reptiles, anfibios, peces y otros). Esto se debe a que característicamente los vertebrados están constituidos por un esqueleto óseo interno más resistente al tiempo y a otros agentes, compuesto por minerales, principalmente fosfato cálcico, lo cual favorece la preservación de sus vestigios en el registro fósil. Otros son tan infrecuentes como los insectos y los vegetales, al menos, en nuestra región.

Durante las III Jornadas Regionales del Centro en la ciudad de Olavarría se presentó un interesante trabajo titulado “Primer registro de un Tenebrionidae (Arthropoda, Coleoptera) asociado a restos del cráneo de un Mylodontidae (Mammalia, Xenarthra), en el Pleistoceno Superior de Punta Hermengo, Miramar, Provincia de Buenos Aires, República Argentina”, donde se da a conocer el icnofosil de un escarabajo que vivió hace miles de años.

En algunos casos excepcionales, se logra identificar moldes de algunas partes de un organismo invertebrado. Los moldes se forman tiempo después del que el organismo se incorpore en el sedimento, perdiendo todo contacto con el exterior, cuando las bacterias y otros organismos del suelo acumulan minerales. Al desintegrarse las partes orgánicas, y estas paredes revestidas de minerales se rellenan de sedimento o solamente quedan totalmente huecas, preservando la forma original, e incluso, detalles muy íntimos de la estructura.

Durante el Cenozoico, el número de géneros de escarabajos con representantes actuales fue aumentando paulatinamente. Así, en el ámbar báltico del Eoceno, más de la mitad de los géneros registrados han sobrevivido hasta la actualidad, y en el Mioceno la mayoría de los géneros aún tienen representantes vivientes. Los fósiles del Cuaternario son en su mayoría perfectamente adjudicables a especies actuales y prácticamente no se conocen extinciones o especiaciones durante este período, pero sí grandes cambios en la distribución geográfica de muchas especies en consonancia con los cambios climáticos.

En diciembre de 2002, se recuperó la mandíbula y parte del cráneo de un Scelidotherium leptocephalum, un perezoso gigante extinto de unos 3,5 metros de largo y de una tonelada de peso, por debajo de sedimentos lacustres de la localidad fosilífera de Punta Hermengo, sobre la zona sur de la ciudad de Miramar, históricamente conocida por el aporte de material paleontológico de vertebrados del Pleistoceno medio-superior.

Cuando el personal del Museo Municipal de Miramar se encontraba en las tareas de limpieza del cráneo, se retiró un fragmento de sedimento, que al quebrarse expuso dos moldes negativos de un individuo coleóptero.

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